
László Moholy-Nagy desarrolló la técnica que cultivó a lo largo de toda su vida: el fotograma.
El fotograma es la imagen que resulta de la incidencia de la luz en una superficie fotosensible (papel o película) y que es fijada para conservarla. (Sin necesidad de utilizar una cámara).
Los objetos opacos aparecen nítidamente definidos; los semitranspaentes se registran en tonos de gris que dependen de su grado de opacidad.
Esta técnica era utilizada desde antiguo como un divertimento por los aficionados a la fotografía.
Moholy-Nagy tomó este principio y lo desarrolló de una forma extraordinaria.
Siguiendo la esencia del hecho conocido, eliminó todo vestigio de tecnología, no existía la cámara, ni la óptica; únicamente utilizó la luz. Pero no se conformaba con eso, sino que además eliminó de la imagen resultante todo vestigio reconocible.
Sus imágenes pueden ser vistas desde cualquier posición, no existe una forma predeterminada de verlas.
Las figuras resultantes son totalmente abstractas, no reflejan ninguna realidad.
Moholy-Nagy se alineó con la idea de producir nuevos elementos con los medios que el hombre disponía, acorde con la idea de hombre-máquina, es decir, hacedor de todo tipo de objetos nuevos a partir de lo existente.